Hace algún tiempo, fuí con mis hermanos a ver una comedia griega llamada Lisístrata, de Aristófanes. Me gustó mucho. La comedia se desarrolla en la antigua Grecia, en el momento en que está en guerra con Esparta y cuenta la historia de las mujeres que se quedan solas después de que todos los hombres están en la guerra. Estan desesperadas, pues tiene mucho tiempo que no los han visto y consideran que la guerra es absurda, por lo cuál deciden tramar una conspiración.
Lidereadas por Lisístrata, se ponen de acuerdo en que cuando sus esposos vayan de visita ellas les negarán sus favores sexuales. Por más que mueran de ganas, tendrán que contenerse. Así comienzan con la campaña de piernas cerradas hasta que la guerra termine.
Cuando llegan los primeros hombres a ver a sus esposas, y éstas se rehusan a complacerlos, están desesperados, no pueden terminar la guerra, pero quieren los favores de sus mujeres. Pasa el tiempo y se va corriendo la voz acerca del plan de las mujeres, quienes para no caer en la tentasión se encierran en la Acrópolis y solicitan la visita de una mujer espartana para proponerles la firma de un Tratado de paz, siempre y cuando ellas lleven a cabo la misma acción que las griegas.
Finalmente, el Plan de Lisístrata culmina con la victoria de las mujeres, pues los hombres espartanos al no poder satisfacer sus deseos con sus mujeres, y de saber que no los obtendrían hasta que la paz se firmara, deciden pactarla de común acuerdo con los hombres griegos.
Lo anterior me hace pensar, que si las mujeres quisieramos, podríamos conquistar el mundo... jajajaja... puesto que no hay hombre que sea capaz de resistir ante una campaña de piernas cerradas. Y pensarlo es bastante gracioso.
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