lunes, 27 de septiembre de 2010

¿Libertad o destino?

Dios no existe y hay un ser en el que la existencia precede a la esencia y éste ser es el hombre. Pero en el caso de que verdaderamente la existencia preceda a la esencia, el hombre es el único responsable de lo que es en sí mismo. Éste es el principal postulado del existencialismo.  

En El Muro, de Jean Paul Sartre, sus personajes se preguntan quienes son ellos, cuál es su papel en el Mundo en el que viven, si su existencia tiene algún propósito, si Dios existe, sin son felices, si la vida debe ser así... Pero a la vez, cada personaje es enteramente responsable de lo que pasa con su vidas. Ellos existen  porque son libres, porque toman decisiones y porque son dueños de sus actos. Afrontan plenamente las consecuencias de su conducta, toman buenas o malas elecciones, pero siempre con la conciencia de involucrarse con su entorno.

Para el existencialismo, el hecho de existir no implica simplemente estar entre las cosas y los seres existentes, el individuo debe necesariamente acercarse a ellas. Lo anterior implica trascender, es decir, salir de la conciencia para descubrir el Mundo. Ser activo para crear su propio mundo, hacerse a sí mismo, pero sobre todo porque se tiene la libertad de hacerlo.

En el existencialismo no existe el azar ni el destino. Simplemente existimos y desde ese momento tenemos que decidir lo que hacemos con nosotros mismos. porque no hemos nacido con una finalidad específica, ni para alcanzar ningún fin, cada hombre es responsable del curso que siga su vida y el fin que alcanzará.  Sin embargo, no todo es tan fácil, ya que como el hombre tiene libertad de tomar sus propias decisiones, así mismo debe adquirir la responsabilidad para afrontar a las consecuencias de cada decisión que tome. 

La libertad también va acompañada de angustia, pues no siempre se tiene la certeza de que las decisiones tomadas sean las adecuadas. Por ese motivo, generalmente tratamos de engañarnos atribuyendo dichos actos al destino, al azar o incluso a Dios. Pero no hacemos más que delegar en diversos entes la responsabilidad de aquello que no podemos sobrellevar, de aquello que no somos capaces de aceptar como consecuencia propia, consecuencias que marcan nuestro camino por la vida.

Si bien es cierto que nosotros somos capaces de elegir lo que queramos hacer o como queremos conducirnos, esas elecciones nos hacen renunciar a muchas otras. ¿Podemos elegir lo que queramos? No. La primer decisión nos conduce inevitablemente a una segunda. Trazamos nuestro camino, pero renunciamos a otras posibilidades. No podemos probar las bastas posibilidades que tenemos. Elegir es renunciar.

 

1 comentario:

  1. La vida es tortuosa cuando uno reflexiona sobre ella. Uno va trazando -por ejemplo- su camino diario. Un minuto tarde y las cosas cambian drásticamente. Tal vez ese minuto te salva de morir o quizás "te mata". Ante lo poco o nada que se encuentre bajo control de uno, se traza un destino prácticamente con los ojos vendados. Es cuestión de observar alguna escena de la vida cotidiana, en un espacio público, preferiblemente, para darse cuenta de las dimensiones de la vida y qué tanto uno puede hacer para ser "libre".

    Saludos.

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