lunes, 25 de abril de 2011

Las sorpresas que da la vida...

Siempre he creído que la vida debe disfrutarse al máximo, que debemos vivir cada instante como si fuera el último, porque no sabemos en qué momento dejaremos de existir. Incluso lo había manifestado en entradas anteriores del blog. Pero nunca había sentido qué tan necesario debe ser ésto.

Algunas personas piensan que es muy trillado decir: vive cada día como si fuera el último de tu existencia. Pero lo dicen porque no han presenciado el último día de vida de alguien. Porque no saben que tan bien puede llegar a pasársela una persona y  como en menos de diez minutos las cosas dan un vuelco radical y alguien mure. 

Yo sé que él disfrutó ese último día tal y como quería: estuvo con quien quiso y se fue sin arrepentirse de nada. Es doloroso para quienes lo vimos, nosotros que no pudimos hacer nada porque las cosas fueran diferentes. Lo único que estuvo en nuestras manos fue darle los últimos mejores momentos de su vida.

Sé que no debería escribir de ésto. Pero es mi manera de desahogarme. De decir lo mucho que lo siento, de sacar todas las emociones que me embargan después de esa trágica experiencia. Y también lo hago porque le prometí que escribiría... Y aunque ya no pueda leer lo que tengo que decir, no importa. Lo extrañaré.

Ahora sé todo el significado que tiene el disfrutar la vida, sin arrepentimientos y sin temores... Puede ser que el destino, si es que existe, tenga otros planes preparados para nosotros, puede ser que tengamos una larga vida o puede ser que no. Así que ¡¡a vivir!! Como él seguramente lo hubiera hecho...

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