sábado, 30 de abril de 2011

El gusto de nada

Triste espíritu mío, otro tiempo esforzado, 
la esperanza, que ayer atizaba tu ardor,
¡ya no quiere espolearte! Échate sin pudor
como un caballo viejo que en todo ha tropezado.

Duerme, duerme, alma mía, corazón resignado.
Para ti ya no cuentan, espíritu burlado,
ni el amor, ni la lucha, viejo merodeador.
Placeres, no tentéis la sombra y el dolor.
Adiós, cantos, suspiros... La flauta se ha callado.

¡Primavera adorable, has perdido tu olor!
El tiempo me devora, segundo por segundo,
como la nieve inmensa a un cuerpo ya sin vida;
contemplo desde lo alto la redondez del mundo
y no hallo en todo él para mí una guarida.

Avalancha, ¿quisieras llevarme en tu caída?
                                                    --Charles Baudelaire--

 Así me siento, cuando leí éste poema, sentí todos mis sentimientos reflejados en él... Apenas ha pasado una semana y yo aún me siento desolada, inconsolable... Tengo un vacío en el alma...

¿Destino? ¿Dios? No lo sé... Y por más que se trate de buscar una explicación o algún culpable, sé que no lo hay, al menos no en esta mala experiencia. 

Nos dijeron: Se fue porque era su momento. Si lo era o no, no lo sé. Sólo sé que estuve ahí, ¿para qué? Tal vez para aprender. Siempre había pensado que de todo se aprende, pero qué difícil es querer sacarle una enseñanza a algo tan doloroso. ¿Pero qué hacer? Ya no puedo hacer nada y tampoco quiero seguir sumida en la melancolía, en la tristeza... Quiero que pase el dolor, la angustia, el miedo... Sé que pasará, tiene que pasar y entonces deberé seguir viviendo...

1 comentario:

  1. Sácalo como puedas escribiendo, llorando... y después de ese trance, como bien tú lo dices, sigue viviendo. Un gran abrazo Ana

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